¿Es una enfermedad? Probablemente nos hacemos adicto a ese toque pasional… De búsqueda constate a una compañía por el simple miedo de estar solos. Según José Ignacio Macias Sánchez (el amor sigue sin existir son solo meros recursos para llamar al cariño de otra manera y hacerlo mas importante, sin embargo sigue siendo cariño). Esa necesidad de poner a trabajar nuestros labios, de poner en acción nuestras manos e ir más allá de nuestras fantasías nos crean un estado emocional muy fuerte.

Suele pensarse que las mujeres en estos casos son las más crédulas en el amor que los hombres. También es típico y común que nos enamoramos de personas que no conocemos demasiado, como el viejo refrán que dice: "no hay mujer difícil sino que mal charlada”, pero esta clase de mujeres no suelen ser muy atractivas para los hombres. La realidad que los hombres se ven atraídos por las que no son fáciles para ellos, porque ellos son conscientes de cuanto les costo para llegar a esa etapa es por eso que las conservan y valoran más.

El llamado amor en las parejas debe ser reciproco, dan y reciben en términos igualitarios. No sirve en una relación excederse, mucho menos demostrar indiferencia. El equilibrio es importante 50 y 50 % es lo determinado ni más ni menos si quieres conservar a tu pareja.

Los elementos importantes son:

La Intimidad: Sensación de cercanía, unión y de vinculación con el ser querido, nos sentimos felices a su lado que deseamos que la vida de nuestro ser amado sea mas grata. Contamos con su ayuda cuando la necesitamos y se la brindamos cuando el o ella lo requiera. Se comparten sentimientos pensamientos y actividades con el tiempo.

La Pasión: Se basa en la atracción física, la excitación y el placer sexual.

La Decisión: El compromiso se presenta a corto y largo plazo, la decisión se refiere al hecho de darse cuenta que si estás enamorado, mientras que el compromiso es la intención de desarrollar la relación y cultivar el amor.

¿Hay diferencia entre querer y amar?

El concepto querer lleva implícita la idea de posesión. Te quiero para algo, para que estés conmigo, para que me acompañes, para que compartas alguna actividad, etc. A fin de cuentas, los seres queridos son seres de los que se espera algunos comportamientos que nos causen satisfacción.

Querer es, generalmente, causa de sufrimiento. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes entre sí, cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando éste tenga otras motivaciones muy distintas.

Amar es: permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento altruista y desinteresado, por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, se da por el simple y puro placer de dar.

Pero si bien es difícil encontrar a alguien que me ame, tenemos más de seis mil millones de personas, en todo el mundo, que necesitan amor. Y la mayor felicidad no está en ser amado, sino en la acción de amar al otro, de modo que nuestra felicidad y gozo está asegurado si dejamos nuestro egoísmo. Seguro que a nuestro alrededor hay cientos de personas que serán felices cuando compartamos con ella nuestro amor. Y no hay problema al darlo: dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta.

Lo que mata al amor

La muerte lenta del amor ocurre con la indiferencia, principal enemiga del amor. Casi siempre la indiferencia de la otra persona duele más que un insulto o que un golpe. El desinterés por el otro desvincula e incapacita. El amor se muere en las reiteradas miradas ausentes, en la caricia que esperamos y que no llega. No hay vuelta de hoja, a la larga, la indiferencia mata al amor, menos mal que es así, porque si no, persistiríamos en un imposible.

La muerte súbita del amor, ocurre en manos de la decepción: la mezcla de asombro negativo y desilusión. Es imposible amar a quien no se admira, al menos para nosotros, que no somos iluminados ni santos. Se puede admirar sin amar, pero lo puesto, sólo se concibe desde la enfermedad.

Cuando tiene lugar la decepción, algo se rompe (¿o será que antes se rompió algo por eso aparece la decepción?) Y cuando intentamos pegar los pedazos, el resultado es poco menos que lamentable, aunque tengamos mucho cuidado y seamos prolijos, aunque nadie lo note a simple vista, uno ve claramente el remiendo.

Muy pocas veces podemos anticipar la decepción, sólo sabemos que existe cuando ocurre, lo curioso es que a pesar de todas las evidencias en contra, a veces somos muy optimistas y colocamos al amor difunto en cuidados intensivos y encendemos velas esperando el milagro de una resurrección que nunca va a llegar… algo así que el amor se va desvaneciendo pero puede quedar el querer que es distinto amar.

Nietzsche decía "el amor entre los humanos es muy humano, es decir, mundano y mortal. De nosotros depende mantenerlo vivo y defenderlo de sus detractores”.

Desde la perspectiva espiritual

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
1 Corintios 13:4-7